martes, 10 de febrero de 2015

SANGRE Y ORO

Tocó el turno de hablar de la enseña nacional, la bandera de todos y cada uno de los españoles, la que agrupa a más de 46 millones de personas.

Es triste tener que decir, que la rojigualda es un símbolo utilizado por gran parte de la  extrema izquierda, antisistema, y simples analfabetos como objeto de etiqueta a sus portadores de “FACHAS”. Y es que, ¡cómo se le llena de orgullo y libertad la cabeza al pronunciar esa palabra!, a los libertadores que incitan a – en sus propias palabras-  “masacrar a los que lleven esa bandera”. Bien, creo que entre las personas con sentido común y coherencia esta idea no ha de ser ni discutida, dice tanto de la inteligencia del sujeto que la dice como de los fundamentos en los que se basa su ideología.

Muchos de ellos, intentando demostrar su saber sobre los acontecimientos históricos de España afirman que es la bandera que viene de la herencia franquista. Es preocupante en gran medida creer que muchos de los individuos que realizan estas afirmaciones están dando clase en las diferentes universidades españolas financiadas con el dinero público que buenamente y no sin un meritorio sacrificio todos los ciudadanos aportan a las cuentas comunes.

La bandera de España data de 1793 desde que fue proyectada en los buques de guerra del pabellón naval del Ejército. Fue a partir de 1808, tras la Guerra de la Independencia cuando debido al reinante sentimiento patriótico español se decide hacer la rojigualda bandera oficial de la nación española, concretamente un 13 de octubre de 1843.

Desde ese momento, hasta la actualidad, los colores de la enseña nacional serán el rojo y  gualda. No obstante hay que explicar la excepción de la bandera durante la Segunda República, de la que muchos autodenominados libertarios se hacen eco.

La bandera tricolor se trata en primer lugar de una bandera no popular, desconocida por la mayoría del pueblo y nacida de una minoría sectaria. Cambiar de bandera significaría la división de las dos Españas, la que defenderá su legado histórico y la que intentará hacer historia mediante las improvisaciones y el fraude.

La rojigualda no es monárquica si es esa la falacia de turno, pues la bandera real era blanca con guión morado. En un intento de introducción de esta bandera en la Primera República, más sensatos que en la Segunda, se determinará seguir con la bandera rojigualda modificando sólo el escudo. Es curioso que este planteamiento sea de D. Vicente Rojo, Jefe Mayor del Ejército Popular de la República, que refleja y admite el gravísimo error de haber creado la bandera tricolor.

A pesar de que muchos intenten disfrazar la historia y someterla a latigazos en beneficio del propio interés o como telón de una notable falta de cultura e incesante desprendimiento de odio, la historia oficial está escrita, para ilustrar a aquellos y aquellas que quieran conocer más detenidamente la historia de su Patria.


La bandera merece el mayor de los respetos y la más profunda admiración, puesto que millones de españoles a lo largo de la historia han dado su vida para que nadie mancillara su imagen, que es la imagen de una gran nación. 



Bandera original de las milicias de Cabezas de Buey, 1812, Guerra de Sucesión española.



-"El nacionalista cree que el lugar donde nació es el mejor lugar del mundo; y eso no es cierto. El patriota cree que el lugar donde nació se merece todo el amor del mundo; y eso sí es cierto".-

 - Camilo José Cela - 


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