miércoles, 20 de mayo de 2015

SIN DUDAR, ALLÍ ESTARÉ...

El esplendor de gloria de otros días vuelve de nuevo a llamar.

Somos pocos, diferentes y a menudo pasamos desapercibidos aparentando ser uno más, del rebaño un borrego, pero en el fondo, remamos contra corriente en una lucha sin cuartel contra los vientos que nos intentan derribar, sacándonos del río, símbolo de vida y libertad, al rebaño. No somos tantos como deberíamos, ni tan pocos como parece, por eso, cuando coincidimos con la persona adecuada se crea un vínculo fuerte que la Patria suelda en metal inquebrantable.

Afortunadamente todavía es posible creer en la nación más vieja de Europa, que lleva tantos siglos intentando autodestruirse por medio de muchos de sus hijos, que fracasa generación tras generación. Creo en España, porque la conozco, y porque la historia me permite saber que los españoles llevan una sangre tan fiera que hasta los más bélicamente poderosos temían;
- “¡Ni hablar! Si hay un pueblo valiente en el Mediterráneo ese es el español, no se puede entrar en España si no es con el permiso de los españoles.” Fue la respuesta de Hitler a sus generales cuando propusieron invadir la tierra íbera.

Cuanto más fuerte se nos avasalla más fuerte es el sentimiento de amor hacia la Patria, una Patria que nos ha visto nacer, que nos ha visto crecer, y de forma evidente nos verá yacer. Nada será más glorioso que yacer en esta tierra, de historia sin igual. Pero ese privilegio, se debe de ganar con sangre y fuego.

Antes hay que cumplir con la Patria, cada cual con lo que le corresponde, desde los campos civiles y desde los campos militares. Cada español tendrá el derecho y el deber de luchar por la Patria, realizando actos que conciernan su mejora, implicándose en mantener y reflotar la fortaleza, lealtad y valor que caracteriza al poderoso pueblo que un día dominó la el mundo.

Desde la mayor acción hasta el más pequeño gesto en pro de la defensa de los valores nacionales, será recibido y sellado en la historia, para lograr, entre todos una nación poderosa que vuelva a estar a la cabeza. Y, aunque nos resulte concebir este cambio vista la situación en la actualidad de España, debemos confiar, trabajando con ilusión y verdadero sentido común en un proyecto común del que a la larga nos sentiremos orgullosos, traspasando de generación en generación el amor fecundo hacia la Patria que la hará engrandecer por los tiempos.

Cuando la situación lo precise, muchos estaremos dispuestos a derramar la última gota de sangre por los nuestros, por nuestra tierra y por la defensa del glorioso legado que corre por nuestras venas. 

Porque si se desmorona la Patria, nada ya tendrá sentido, miraremos atrás con resignación preguntando que habría estado en nuestra mano. Para ello, es responsable elección, delirar en la agonía del último aliento sabiendo que dimos la mejor respuesta por un sentimiento de dimensiones innombrables, que sólo entiende quien verdaderamente lo siente.

Cuando llegue la tormenta, cuando el último rayo de sol haya decidido abandonar el campo de batalla, sin dudar, allí estaré… 

" ¡Volemos a disputarnos la gloria de morir por la patria, que es la mayor de las glorias!"


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