La situación político-social de España en la actualidad es
delicada en gran medida. Los representantes políticos, de los grandes partidos
en particular, raramente no están salpicados por casos de corrupción y tráfico
de influencias. La respuesta de gran parte de la sociedad española, lógicamente
desconforme con ello, es no participar activamente en la política y en muchos
casos no ejercer su derecho al sufragio universal.
Puede que muchos piensen que así no se beneficia al
corrupto, sin embargo, nada más lejos de la realidad, le otorgan la potestad
más autoritaria existente. Otro de los argumentos más habituales es que no
existen alternativas.
Sin embargo, lo que realmente no existe es interés general
en participar en las diferentes cuestiones políticas. Da que pensar cuando
escuchas a tu colega decir “a mi la política me da igual”. Bien, con este
pensamiento se otorga el poder a los que tienen oscuros intereses en el manejo
del país con la corriente a su favor. Si tú no decides, otros decidirán por ti.
Cabe destacar que una de las causas principales por la preocupación
de la política nacional es el desmantelamiento constante de los dirigentes
políticos normalmente con el dinero público, sin ni siquiera guardar una discreción,
haciendo alarde de las propiedades sustraídas al patrimonio público español,
mientras en la calle la situación es definitivamente grave.
Los hay que dicen; “me avergüenzo de España, es un país de
mierda”. Siento decir que están errados. Yo me avergüenzo y considero una
aberración a la mayoría de la clase política sectaria que desde hace décadas
han ocupado los sillones sin pensar en los problemas reales de los españoles.
De España como nación siento un orgullo admirable, por su historia, por la
calidad y solidaridad de sus gentes y por el legado histórico que mis ancestros
me han dejado en la sangre como a todo español – quieran o no-.
Por tanto, el que calla otorga, y si has dejado en las manos
del resto tu decisión de dirección del país, no deberías poder quejarte. Pues
votar, es el único y mayor castigo que está en nuestra mano, la forma inminente
que mediante el voto, valga la redundancia, contribuimos a una dirección justa
y correcta de la nación. Cada cuatro años se renueva el voto, por lo que es el
momento de ceder el testigo al que aporta y no entra en el juego del “y tú más”.
Cualquier alternativa no es válida ni mucho menos beneficia
a la nación, por eso debe estar en la responsabilidad de cada uno la forma de
elegir y a quien se le otorga la confian
za. Menos queja y más propuesta, el
rumbo de la situación está en nuestra mano, nuestra coherencia y nuestro
interés por la elección de los representantes. No es cuestión de dividir entre
derechas o izquierdas, es cuestión de aportar, sumar y trabajar en una misma
dirección.
- "El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres" -
Platón
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